Escena 21: Lluvia de estrellas

Después del cometa hubo 2 o 3 noches en que hubo “lluvia de estrellas”, o como decían algunos “el cielo se caía a pedazos”. Los meteoritos eran grandes, y algunos llegaron a la Tierra, pero salvo una vaca que estaba en el lugar equivocado en el momento correcto, no hubo víctimas que lamentar.

Uma aceptó, visto y considerando que el pueblo parecía cada vez más lleno de cosas que hacer, la propuesta de su tío de quedarse un tiempo y ayudarlo en el bar Km. 150.

Como tantos otros Uma, cámara en mano, salió a “cazar” las piedras que habían caído. Los meteoritos resultaron ser de un tipo raro, que atrajo a investigadores, curiosos, y cazafortunas.



El bar seguía siendo el bar del pueblo y contenía a todos los que eran parte de En Altura. Seguían yendo los pobladores de siempre pero ahora también iban los investigadores de diversas partes del mundo que fueron llegando para descubrir lo que había dejado el cometa.

Así que Uma estaba detrás de la barra de un bar rutero, aunque por momentos parecía el bar de una ciudad turística. Casi siempre se escuchaba hablar en inglés en algún rincón, incluso a veces en japonés o francés-canadiense.

La mutua desconfianza que se tenían entre sí los parroquianos se fue diluyendo con los días y de a poco se recuperó el clima distendido, el “tío Carlos” ayudaba a que todos se sientan cómodos, proponía partidos de dardos y de sapo, alternado uno y otro de noche a noche. Cerraban sólo los lunes.

Uma no sabía bien qué estaba haciendo ahí, pero intuía que desde atrás de esa barra iba a poder ver bastante más que las siete mesas del bar y las luces de los camiones que pasaban por la ruta, a través de las ventanas del Km. 150.


3 comentarios:

Bruno Di Benedetto dijo...

¡Muy bien, Melissa, a seguir con la historia!
Me gusta el efecto de extrañamiento que producen los nombres y las frases breves. Tendría que existir un servicio nipo - patagónico de koruma para resacas fuertes. No hay que ceder a las tentaciones de la verosimilitud. Lo verosimil es muchas veces una máscara.
Ahora, parece, tenemos astrónomos japoneses jugando al sapo. Vamos bien!
Saludos.

Melissa dijo...

gracias Bruno!!
Qué suerte que te guste el efecto de los nombres "foráneos" y que también seas de los que creemos que la verosimilitud a veces es pura simulación. será que la verdad es más relativa de lo que podría dejarnos tranquilos.
Sobre el servicio de Koruma... no lo divulgues mucho, pero estoy en eso... me parece que encontré un negocio... al menos para ser usado en los encuentros de poetas. Imaginate! Todos de resaca y siendo llevados en korumas decorados como sueños.

Nacho dijo...

Muy bien la historia, se pone interesante. Felicitaciones muchas, además las fotos están increibles, eso que no soy un entendido, me gustaron mucho, besos y saludos