Escena 9: La ruta

El auto es rojo. Un VW Gol.
En el asiento del acompañante está sentada Uma, tiene la frente apoyada en la guantera. Los ojos cerrados. Fotos en su regazo. Está inmóvil en esa posición hace un rato. No hay nadie más en el auto y no ha pasado nadie por la ruta.
Decidió estacionar en la banquina cuando pensó en el hombre que dejó en el mar, cuando salió a la ruta. Quería elegir fotos para mandarle.
Durante la cena, hace unas noches atrás, se dio cuenta que tenía que irse. Que si se quedaba iba a estar escondiéndose y que si se escondía mucho tiempo, iba a terminar por desaparecer. No podía hacerse eso, ni a él tampoco. Así que técnicamente no puede considerarse una fuga. Más bien los meses que se quedó cómodamente sentada junto al mar, viendo la gente, el agua, las gaviotas surferar el viento, ese fue el tiempo de fuga.
Durante la cena, mientras miraba a su amante de estación descorchar una botella, entendió que pese a lo mucho que lo quería (tal vez incluso amándolo) igual tenía que irse para llegar, para encontrarse. Retomar el viaje, la ruta… a sí misma? Tal vez; el destino final era incierto. Casi tanto como el intinerario.

Desde afuera del auto no se escucha la música. Uma sonríe y tararea casi imperceptiblemente una de las canciones que eligió para el viaje. “Send me a postcard”, de Shocking Blue. Canciones ruteras.
La mañana que se fue había amanecido neblinoso y fresco. Salió de la cama, de la habitación, sin hacer ruido, sin que Nick se despierte. Pensó en escribirle una nota, pero al final no encontró qué decirle, así que dejó el papel en blanco con la birome sobre la mesa. Pasó a buscar su bolso, lo llenó con la mayoría de sus cosas, agarró las fotos, la cámara, una campera y las llaves del auto.
Las ciudades se estaban llenando de VW Gol, y color rojo. Al principio eso le dio bronca, pero ahora se sentía protegida por ser parte de esa uniformidad. Estar en la norma aumenta las posibilidades de mantener el anonimato.
Eligió las fotos para mandarle al hermano de Jack. Pensó que a esa hora era probable que él todavía estuviera durmiendo, mientras ella subía el volumen y sonreía frente a las imágenes. Recuerdos.

Con “Hello darkness” se cambió de asiento. Y cuando empezó a sonar “Shocking you”, se secó las lágrimas que habían aparecido y volvió a la ruta.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

desde aquí veo el gol rojo. escucho la música pero no alcanzo a ver nadie en el interior. algo de lo que nombro no existe y capáz soy yo. después de todo se va el verano y hay que ser valiente para tener frío. el auto arranca pero no es un gol rojo, es un matuasto verde ofendido por la lluvia
rafa

Graciela Cros dijo...

Uma pensaría que los viajes son una fuga de la realidad, un paréntesis en esa corriente continua llamada lo real? O, por el contrario, son un segmento más en la lista de elementos que conforman esa palpitación (por momentos débil)conocida como la realidad? De cualquier manera, una mujer que abandona un cuarto donde queda un hombre y deja una nota en blanco a modo de despedida y/o explicación, merece atención. Ella va detrás de su deseo aunque no sepa cuál es. //Queremos más (siempre queremos más).

Anónimo dijo...

hola melisa,soy paula yende,parte de la cia. móvil de poesía, me gusta tu novela ond the rood patagónica y puedo imaginar esas músicas del camino,es más hay música para el camino para cada camino el de uno el que tinen corazón como decía el don juan de castaneda y las fotos impresionantes,esta bueno que ademas enmarques las palabras,bien un saludo paula

Melissa dijo...

Paula
gracias! gracias! Me alegro que guste la historia y el formato. A mí me gusta armarlo.
saludos
M